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el reino es dual

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El Reino de Dios no es dual sino integral y todo inclusivo. Todas las esferas sociales pueden y deben ser influidas por los valores de este Reino

La Iglesia es la formadora de personas llamadas discípulos que tienen la responsabilidad y el potencial de llevar los valores del Reino de Dios a toda las esferas sociales

Los discípulos deben asumir su vocación/trabajo como el ministerio de tiempo completo al que han sido llamados para implantar el Reino en un determinado tiempo y lugar

La Iglesia necesita redefinir sus Estructuras, su Estrategia y su Estilo, porque la cultura posmoderna ha traído a una generación emergente cuyos paradigmas están modificando todas las esferas sociales.

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Creemos entonces que necesitamos reorientar la dirección de nuestra visión apuntando por una parte a la nueva generación, y por otra, al avance integral del Reino.

Los menores de 25 años en América Latina son la primera generación posmoderna y se han constituido en el reto misionero más grande de la Iglesia

El relativismo de la cultura posmoderna representa uno de los desafíos más grandes para las verdades absolutas de la cosmovisión cristiana.

 

La sinergia entendida como la capacidad combinada de dos o más personas para perseguir un objetivo común, es la mayor fuerza de Dios sobre la tierra y por lo tanto, convierten a las relaciones en uno de nuestros fundamentos. 

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nos llamaron emergentes

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>Porque escribimos otra historia. Nueva y peligrosa. Y por crearla nos volvimos necios.

Guerreros inquebrantables. Y caminantes obsesivos.
Toros de lidia qué enfurecen bajo presión.
Nos dejamos envolver en esa extraña relación de amor y odio con el fracaso. Porque disfrutamos el amargo sabor de las batallas que nadie quiere pelear. Nos llamaron emergentes.

Y aprendimos a observarnos con mirada de complicidad. Mientras y alma cansados nos pedían reposo.
Y en lugar de cerrar los ojos agudizamos los sentidos.

Nos volvimos exigentes para resistir.
Sacamos fuerzas de debilidad.
Y caminamos la siguiente milla por amor y persistencia.
Nuestra alma se curtió por el desgaste.
Por la falta de seguridad y la crítica constante.
>Nos llamaron emergentes.
Porque aprendimos a mirar nuestras heridas cómo trofeos.
En nuestro cansancio cómo argumento para escribir otra batalla. Aprendimos del dolor
>Nos llamaron emergentes.
Por buscar el lado oscuro de la luna.

Hacer lo que otros (no) hacen.

Para qué?

Nos deleita el reto de ir tras la presa peligrosa, escurridiza.

Amamos la cacería furtiva.

Queremos hacer lo que nadie quiere.

Y nos apasiona el reto deponer la bandera por primera vez ahí donde nadie la había puesto.

Nos enorgullece tanto hacer lo que otros temen.

Qué nos volvimos especialistas en la observación, la sorpresa y el ataque resistente.

Aprendimos a andar en la cuerda floja.

Y nos gozamos en la adrenalina de la caída.

No somos normales.

Nos llaman emergentes porque llegamos a creer que quiénes buscan la seguridad, no merecen trabajar junto a nosotros.

Buscamos las zonas de curvas y disfrutamos el peligro y la aventura. Encontramos causas por las cuales morir.
Y al hallarlas sudamos, lloramos y sangramos por ellas.
Nos acostumbramos a ver como otros se doblan me regresan cansados. Vimos con lástima diezmadas nuestras filas.

Y sorprendentemente los caídos fueron semilla productiva. 10 emergentes más por cada herido.

100 más por cada muerto.
Está visión de guerra extrema crece y somos nosotros los generales de la primera línea de batalla.

Nos miran los nuevos, esos que vienen con ansia de guerra. Esperan vernos pelear, porque fama de valientes nos precede.

Somos los valientes de la cueva de Adulam.
El ejército de David. El ejército emergente. Construido con los parias. Los endeudados, los rechazados incomprendidos.
Los que ya traían el alma acuestas.
Y cantaban las endechas de la crítica y el dolor.
Los que observamos muy de cerca las pupilas del rechazo.

Hoy vemos con alegría la llegada de los futuros guerreros.
Qué se suman a nuestras filas, carga nuestra armadura y se hacen escuderos. Son los nuevos líderes emergentes.
Por eso reclutamos valientes extremos.
Líderes de contracultura.

Buscamos aquellos qué disfrutan la pelea y se divierten en su vocación. Aquellos que no negocian con su integridad.
Y siguen sin dudar la voz de su cabeza.
Buscamos líderes emergentes comprometidos con un llamado.

Qué dobleguen sus pasiones y venzan sus temores.
Anhelamos entrenar una nueva generación de líderes que transformen su mundo. Estás entre ellos?
Eres tú líder emergente?

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